jueves, 3 de junio de 2010

ADIÓS A UN NIÑO REFUGIADO


Paco se fue intentado llenar sus pulmones con un soplo de aire que no llegó. Su corazón no pudo con el esfuerzo para hincharlos otra vez, y finalmente dejó de latir.

A lo largo de la vida hacemos muchas cosas, cambiamos y podemos llegar a ser personas muy distintas. Pienso a qué Paco quiero recordar ahora, y me viene a la memoria el relato de su vida como niño refugiado. En una guerra cruel como pocas, que enfrentaba a las dos españas, sus ojos de niño de apenas diez años vieron un fusilamiento en la tapia de su pueblo granadino.

Su padre, Guardia Civil en el peor momento y lugar, fue encarcelado en un barco-prisión en el puerto de Almería, donde se encontraba, entre otros, el Obispo de esta provincia. Tuvo que huir junto su madre y sus hermanos pequeños, y fueron acogidos con otros refugiados, en una casa de campo de La Alpujarra, por McTaggart, un bondadoso escocés que escondía a todos los perseguidos por la guerra que le pedían ayuda.

McTaggart tenía izada siempre en la casa una bandera británica. De vez en cuando aparecía por el lugar algún grupo de hombres armados buscando refugiados, entre otros. McTaggart siempre les señalaba la bandera británica, les decía que aquella casa era suelo británico, y que no podían entrar en ella, pero que si tenían hambre les daría de comer, siempre fuera de la casa, lo que aceptaban inmediatamente sabiendo de la buena cocina del escocés. Con este truco salvó a muchos refugiados, entre ellos a Paco, a su madre y a sus hermanos, que permanecían escondidos en el piso superior de la casa, mientras los visitantes se daban el atracón.

Este benefactor es citado por Gerald Brenan en "Al sur de Granada", donde se habla de aquella casa solitaria en la que vivía McTaggart, y del buen olor que se respiraba en sus alrededores cuando estaba cocinando. Paco tuvo hijos y nietos, y hasta el final de sus días siempre recordó a aquel "alma grande", y su cocina como una de las mejores que había probado en su vida.


José Alonso Sánchez

(en la fotografía, Federico Alonso Hidalgo)


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